jueves, 27 de noviembre de 2014

Discernir es trascender, trascender es liberarse


Personas insatisfechas, anhelantes, deseosas de cambiar sus vidas, o aspectos de sus vidas, queriendo liberarse del sufrimiento, y cambiar sus circunstancias y sus condiciones. Personas padeciendo, y luchando. Personas prisioneras de sus mentes. Carceleras de las prisiones en las que se hacen vivir, de las jaulas en las que atrapan sus vidas y con las que limitan su experiencia de realidad.

El sufrimiento, dukkha, la insatisfacción es una constante a nuestro alrededor. Lo vives o lo ves vivir. Sufres, o ves sufrir. Yo percibo un nivel de sufrimiento constante sea donde sea que mire: desconocidos que arrastran sus vidas apagadas por las calles de la ciudad, amistades queridas y amadas que desean un cambio en lo profesional, en lo personal o en lo espiritual, conocidos que no soportan sus trabajos, familiares que afrontan un día a día turbulento, gente anónima testificando en el televisor o en la radio... El sufrimiento es una constante por menos empático que seas.

Yo digo que tu sufrimiento es una elección.

No importa lo dramático que sea lo que creas estar viviendo, no importan tus circunstancias ni tus retos, tus desafíos o la magnitud de tu tragedia, el sufrimiento es un posicionamiento elegido por acción o por omisión. Tu te haces sufrir... y puedes dejar de hacerlo.

Hace tiempo que no escribo, pero ahora quiero compartir tres grandes reflexiones sobre el sufrimiento, el deseo y la felicidad. Es mi intención que esto que señalaré tenga sentido para ti como lo tiene para mi. Si alguno de estos conceptos te lanza a explorar una dirección en la que no habías profundizado, excelente. Como una semilla que puede vivir a la espera de las circunstancias adecuadas, algunas ideas pueden permanecer a tu disposición hasta que llegue tu primavera.

Comencemos por determinar qué tienen en común el deseo y el sufrimiento.

Vas por la calle y pasas frente a un escaparate. Ahí ves algo que un momento antes no estaba en tu presente, ves algo que despierta en ti el deseo, lo quieres, con eso serás "más feliz", estarás "mejor", te sentirás "bien", te "favorece". Cuando deseamos algo ¿cómo surge en nosotros ese sentimiento? No estaba en nuestra mente y de repente está, pero ¿cómo llega a estar?

Entender el origen del deseo, te permitirá comprender como te atrapas y te permitirá trascenderlo.

¿No es cierto que para desear algo necesitas crear tiempo psicológico? Estás aquí, en este momento presente, pero cuando pasas por el escaparate tu mente te lanza a un futuro en el que, eso que te gusta del escaparate forma parte de ti. Ese futuro es imaginado, es un producto de tu mente, lo has creado tú, en una fracción de segundo. Entonces estás presente, pero imaginando un momento futuro, más o menos cercano, más o menos distante, en el que, el medio, que es el objeto de tu deseo, satisface un fin, que es proporcionarte una sensación: de felicidad, de mejoría, de bienestar...

Mejorar implica tiempo. El tiempo que imaginas es una creación de tu mente, una proyección, una fantasía. No vive más allá de tu mente y tú eres su autor.

¿Y por qué es tan importante comprender esto? Porqué al darte cuenta de que necesitas tiempo imaginado, tiempo psicológico, para desear, y al reconocer que eres el creador de ese tiempo, te señalas a ti mismo como autor de tu deseo. El deseo no es algo que suceda sin más, sino algo que creas en tu mente y que necesita la creación previa de tiempo psicológico: un momento imaginado en el que logras ese objeto.

Pero es que resulta que tu vives en el presente, no en el futuro. Tu vida se despliega en un continuo pero no llega jamás al futuro. No puedes vivir en el futuro, solo puedes imaginar el futuro, un tiempo que será vivido como solamente puedes vivir: en forma de presente.

Observa las cosas que has deseado a lo largo de tu vida y reconoce que, en el momento en el que las deseaste, eran proyecciones que tenían una componente emocional que te movía: tu querías lograr eso, querías poseer eso, querías tener eso. Da igual que fuese una experiencia, como viajar, o un objeto como un coche... Tras el deseo había el sentimiento de que tu vida "mejoraría" si lograbas eso.

Pero observa también que muchas de esas cosas que lograse no consiguieron cambiar tu vida... Crearon cierta satisfacción temporal, pero el sentimiento de insatisfacción siguió presente. La emoción que despertó cierto logro pudo ser intensa pero no persistente. Regresaste del viaje y te quedaste disfrutando de la experiencia, pero con el paso del tiempo su intensidad se moderó, y ahora apenas es ceniza en tu memoria... Conseguiste el coche y te sentiste orgulloso, especial, satisfecho o lo que fuere que creías que anhelabas, pero el tiempo pasó y mitigó la importancia que tenía dicho logro.

Deseamos y cuando logramos satisfacer nuestro deseo, este se desvanece como una pompa de jabón, y es substituido por otro, que parece más verdadero, que nos mueve de nuevo hacia al futuro, que nos hace luchar, y que nos mantiene encadenados a la misma rueda que terminará aplastándonos.

Discernir el origen del deseo es trascenderlo. Trascenderlo es liberarse.

No tienes que discernir nada, porque tu vida se desplegará perfectamente sin ello, pero si no lo haces no lo trascenderás y si no lo trasciendes quedarás atrapado en él. No es que sea bueno o malo, ni mejor ni peor, es simplemente que en la raíz de deseo hay una trampa mental que puede esclavizarte.

Si no satisfaces un deseo ¿qué sucede? Que generas padecimiento. Sufres porqué hay algo que no consigues que sea como quieres. Pero ¿qué quiere decir "que algo no es como quieres"? ¿Qué tienes que hacer nuevamente para que suceda esa insatisfacción? Tienes que crear otra vez tiempo mental.

Reconoces tu presente como menos que perfecto y a continuación ideas un futuro en el que tu realidad es distinta, tienes un trabajo mejor, una pareja mejor, una salud mejor, unas circunstancias mejores, o lo que fuere que tu creas que necesita ser diferente. Acabo de perder mi trabajo a mi pesar, y reconozco que mi presente es distinto de cómo creo que debería ser: imagino un futuro en el que tengo trabajo y en consecuencia un futuro en el que me libro de las consecuencias de este presente que vivo. Pero la realidad es que acabas de perder el trabajo, y que todo el sufrimiento del mundo no cambiará tu realidad. Tu imaginación puede lanzarte a un futuro del cual tú eres autor, en el que las cosas, serán diferentes, pero tu realidad es que vives en un presente que es como es.

El sufrimiento, al igual que el deseo, lo creamos nosotros, con nuestras mentes, de forma instantánea, cada vez que creamos tiempo mental. Tardamos una fracción de segundo en imaginar que lo que es, la realidad, puede ser diferente. En esa fracción de segundo nacen el deseo por un lado, y el sufrimiento por el otro. Sufrimos porqué creemos que lo que estamos viviendo no es como debería ser. No queremos haber vivido ese abandono por parte de nuestra pareja, pensamos que no debería de haber sucedido, que lo que debería de haber pasado es otra cosa diferente a lo que pasó... pero lo que pasó es exactamente lo que pasó. No queremos haber padecido ese accidente en el que perdimos una mano, e imaginamos que debería haber sido distinto... y luego imaginamos un pasado que solamente viven en nuestra mente, y que es diferente de lo que fue, un pasado que es construido por nuestra mente...

Sufro porqué construyo tiempo en mi cabeza. Creo algo que no existe por sí mismo, que no es más allá de la vida que le insuflo. Soy el autor del tiempo psicológico en el que me proyecto. Un espacio en mi mente en el que las cosas son diferentes de como son en realidad, y al hacerlo, creo que la clave está en luchar por ello.

Y efectivamente, en muchos casos, hay cosas que puedo hacer para cambiar lo que estoy viviendo, pero en muchas ocasiones nada de lo que yo haga cambiará los hechos.

Las decisiones que tome hoy me llevarán al futuro, que será vivido como un presente, pero nada de lo que imagine podrá cambiar lo que ha sido. Los hechos que he vivido y que me han formado, fueron y no serán de nuevo. Si me lesioné de forma irreversible, eso sucedió. Si perdí a mi hijo en un accidente, eso fue así. Puedo seguir fantaseando con regresar a un pasado diferente que solamente puedo visitar con mi mente, y al hacerlo me frustro... No puedo vivir en esa fantasía. Inventar ese tiempo psicológico añade gasolina a la hoguera de mi presente, por hacer más evidente la diferencia entre lo que es, mi realidad, y lo que deseo que sea o deseo que haya sido: mi proyección imaginada de la realidad.

El sufrimiento, el padecimiento, la frustración, son nuestras criaturas mentales. Nosotros las generamos, les damos vida, y las alimentamos. Viven en tu mente y te atrapan, y son tremendamente poderosas. Creas un monstruo que puede terminar devorándote.

Y ojo, que no digo que no debas sufrir, ni que no debas desear un cambio. Vive como quieras. Lo que señalo es el proceso a través del cual padeces. Un proceso que parece ineludible en muchas ocasiones, algo que sucede tan automática y subconscientemente, que parece necesario.

Yo digo que tu sufrimiento es una elección.

Y entiéndeme, puedo empatizar con tus emociones, sentir tu dolor, y acompañarte. Perder a alguien es tremendo. Vivir sin aceptar lo que es, es aun peor, porqué lo que es, es. Los hechos, hechos son. La interpretación de esos hechos es tuya. El significado es tuyo. El sentido o falta de sentido es tuyo. Somos seres significadores: damos sentido constantemente a lo que creemos vivir, y el proceso a través del cual lo hacemos tiene mucho que ver con nuestros hábitos, nuestra historia y nuestra forma de pensar, pero esas peculiaridades no cambian el hecho de que el autor de tus significados eres tú. Y sí, puedes elegir dar un sentido diferente a muchas de las cosas que crees estar viviendo.

Regresando al sufrimiento y al deseo, podemos ver que ambos comparten el hecho mismo de estar engendrados en el tiempo mental. Permanecer en lo que es, y  dejar de proyectarse, es una puerta a la trascendencia, y en consecuencia a la liberación.

Darse cuenta de este proceso es en si mismo trascenderlo. No hay que hacer nada. No hay que luchar por trascender, por cambiar o por modificar nada, porque al hacerlo introducirías tiempo mental. Lo que te lanzaría nuevamente a perseguir un fantasma. Hay que discernir. Observa tu mente en el proceso constante de generación de tiempo psicológico. Descubre su mecanismo. Eso es todo.

Si crees que tienes que transformarte para ser capaz de superar el sufrimiento, estás perdido. Transformarse necesita tiempo. Ese tiempo te atrapa nuevamente. No necesitas transformarte. La realización de lo que es, es algo que tiene que suceder en el ahora.

Por lo demás todo esto nos lleva a hablar del tercer punto: la felicidad.

¿Tiene sentido pensar que la felicidad verdadera (¿acaso podemos llamarle "felicidad" si no lo es?) puede ser alcanzada en el futuro? Piénsalo. Vives en el ahora, y vienes del pasado que has vivido como presente, y en ese pasado tal vez pensaste que ibas a "ser feliz" cuando lograses X: un ascenso, una pareja que te respetase, tener un hijo, conocer determinad país, lo que fuere... pero muchas de las cosas que deseaste las lograste... e igualmente sigues sufriendo y te acompaña la sensación de vacío, de falta de sentido, de incomprensión. La vida sigue siendo injusta y algunas veces hasta cruel.

Y en este momento puedes seguir imaginado un momento futuro en el que seas feliz, un momento en el que hayas logrado algo que deseas, en el que te hayas librado de algo que te hace sufrir, un momento en el que finalmente consigas X...

Pero eso es falso, es una trampa mental que puedes ver. Es un mecanismo que tienes muy entrenado y que es completamente erróneo. Tu ya has vivido eso, ya has anhelado un futuro diferente que al ser vivido como presente no fue la llave a la verdadera felicidad. Sí, tal vez te trajo momentos de satisfacción o incluso de éxtasis, pero ahora vives en un presente en el que sigues percibiendo esa insatisfacción, en tu vida, y en la de tus alegados, en tu trabajo, en tu salud, en tus relaciones personales, en tus sueños...

Yo digo que puedes ser completamente feliz ahora y que no puedes ser feliz en el futuro.

Puedes serlo ahora sea cuales sean las circunstancias que estás viviendo. No importa el reto. No importa si has descubierto que tienes un cáncer terminal, si has perdido a tu hermano, o si tu pareja te ha traicionado. Lo que es, es. Tu vives siempre en el ahora. No puedes morar en el mañana. Jamás llegarás a ese futuro que imaginas, simplemente porque tu eres el autor de esa fantasía. Mañana llegará como presente y será vivido como presente, y en ese momento puedes poner tu mente a vivir lo que estará siendo, o puedes lanzarla a perseguir un futuro imaginado, o a remover las cenizas de tu pasado.

Necesariamente tu felicidad tiene que poder expresarse independientemente de tus circunstancias. No puede depender de que logres algo, de que seas algo diferente, de que te transformes, aprendas, o consigas X. Tu felicidad es la realización de lo que estás siendo, más allá de tus circunstancias. La realización de aquello que es en ti más allá de tus pensamientos, aquello que no es tu cuerpo, que no es tu pensamiento, que simplemente es.

No puedes ser feliz en el futuro, porque el futuro es una invención de tu mente. Una fantasía sin realidad física. Una falsa salida a la aceptación de que vives la experiencia que vives por ser la única que puede ser vivida.

Yo no se que tienes que hacer con tu vida. No se qué es vivir una vida auténtica. A penas si comienzo a conocerme a mí mismo. Pero sí me atrevo a señalarte tres conceptos que tal vez puedas explorar: el origen del deseo, el origen del sufrimiento, y la naturaleza de la felicidad.

Un abrazo desde mi corazón,

vC