jueves, 16 de septiembre de 2010

Compradores compulsivos en Tele5

Ayer participé en un debate sobre las compras compulsivas en el programa de Ana Rosa, en Telecinco.

Contamos con el testimonio de María José, una bilbaína que siente la necesidad de comprar "alguna cosa cada día", para sentirse bien... A ella parecía hacerla muy feliz... A mi me parecía que ese estado duraba solamente unos minutos, y el hecho de tenerlo que repetir día a día, confirmaba la poca sostenibilidad del asunto.

Sin conocer los motivos que están detrás de esta conducta, todo el mundo puede erigirse juez y opinar lo que quiera... De hecho es lo que solemos hacer cuando emitimos juicios a partir de una pequeña parte de la información disponible.

Yo tengo tres preguntas para comenzar a encuadrar la situación de cualquier comprador compulsivo:

1. ¿Lo vive como un problema?

2. ¿Su entorno lo vive como un problema?

3. ¿Se lo puede permitir?

Las respuestas a estas preguntas pueden servir como marco de trabajo, ya que si la persona lo vive como un problema, probablemente esté más próxima a querer hacer algo sobre ello. Vivirlo como un problema, no obstante, no es suficiente para generar un cambio espontáneo. Si fuese así esa persona ya se habría deshecho de esa conducta.

El que su entorno lo viva como un problema puede ser el motivador externo necesario para originar ese proceso de cambio... Al menos es una información que un coach podría utilizar como palanca.

Además está la tercera pregunta: ¿Se lo puede permitir? No se si podríamos encontrar la forma de hacer una evaluación objetiva de algo tan personal... ¿Cómo sabemos si alguien se lo puede permitir? Por ejemplo, si tiene que endeudarse para satisfacer su compulsividad parece que podríamos estar delante de una conducta con consecuencias negativas,... pero entonces ¿si una persona compra de forma compulsiva, no lo vive como un problema, su entorno tampoco, y además se lo puede permitir... es eso correcto?

Ahí es fácil tomar ese papel de juez que proyecta en los demás su propia forma de ver el mundo. Unas personas creerán que es correcto y otras que no. Yo pienso que lo verdaderamente relevante es el juicio que emite sobre sí mismo el sujeto en cuestión: el comprador.

Las personas tenemos una capacidad ilimitada para convencernos a nosotros mismos de que lo que hemos elegido es lo correcto, sea lo que sea que decidamos. Nuestra mente es capaz de encontrar argumentos a favor de cualquier posición que tomemos. Es un puro mecanismo de supervivencia y nos resultaría muy complicado poder vivir con la ambivalencia permanente de desear dos o más opciones contradictorias por igual.

Esta habilidad para justificar nuestras decisiones, y disminuir la disonancia cognitiva de la que hablan los psicólogos sociales, interfiere en la capacidad de percibir nuestros actos con objetividad.

Los seres humanos somos frágiles, y pequeños ante las fuerzas del mundo en que vivimos y, por más que nuestra sociedad cree mecanismos para nuestra defensa, embote nuestros sentidos con basura mediática y espectáculos circenses, y ponga a nuestro alcance vías de evasión temporal del tipo "compras compulsivas de lo último, de lo más molón, y de lo más actual"... el efecto que tienen estas conductas no puede más que posponer de forma temporal la realidad: somos frágiles y pequeños, nos oxidamos a cada respiración que damos, y cada día estamos más cerca de la muerte.

El problema de intentar huir de estos hechos es que en realidad, por más que corramos, los que es sigue siendo... y si tú eres el autor de los miedos que te afligen ahí donde sea que vayas, tus miedos van contigo. Si compras de forma compulsiva y de esa manera logras unos minutos de placentera anestesia, o si te emborrachas y con ello te evades, o si circulas con tu moto a 200km por hora, o si haces cosas más sencillas como criticar a los demás y poner el foco de atención fuera de tus propias miserias, logras quizás un espacio en el que tu propia fragilidad queda en suspenso... pero la vida acaba imponiendo su ley.

María José, en el camerino, compartía conmigo un cierto sentimiento de culpa y una serie de vivencias que, a lo largo de su vida, explicaban ese deseo de evasión,... Eso y el impecable paso del tiempo que iba dejando su huella en los pliegues de la piel.

Casi todos los seres humanos somos compradores compulsivos de esos momentos en los que podemos dejar en suspenso la realidad de la vida.

vC

lunes, 6 de septiembre de 2010

La persona adecuada

El problema depende del observador.

Tus problemas dependen de ti.

Vayamos paso a paso. Los problemas son juicios emitidos por alguien, el observador, que al evaluar una situación y un objetivo deseado, interpreta que existe una diferencia entre lo que es, o cierto resultado, y lo que debería ser, o cierto otro resultado.

La misma situación puede ser vista por alguien como un problema y por otra persona como una cosa diferente.

Si sabes resolver el cubo de Rubik eso no es un problema para ti, si no sabes resolverlo y deseas poder hacerlo, ahí tienes un problema.

Si sabes donde encontrar la manera de aprender a resolverlo se terminó el problema. Si no sabes cómo lo harás para poder aprender a resolverlo, ahí tienes un problema.

Si quieres mejorar tu situación financiera y no sabes cómo hacerlo, ahí puedes percibir un problema. No será un problema si quieres mejorar y sabes qué hacer.

Si quieres cambiar la forma como te relacionas con los demás y no sabes cómo hacerlo, o te parece imposible, o por más que lo has intentado en el pasado no lo has conseguido,... ahí tienes un problema. Si sabes cómo hacerlo se terminó el problema.

El problema depende del observador.

Tu eres el observador de tu vida, y así, tus problemas dependen de ti. No es que piense que tú los generas, o que los mereces o que son tu culpa... nada de eso. Solamente que dependen de ti, porqué en primera instancia eres tú quien llega a la situación de que una parte de lo que crees estar viviendo es un problema en el sentido de que deseas que sea diferente a como es... Si supieras como generar el cambio que deseas y como obtener el resultado que anhelas no existirían esos problemas.

Pues bien, me gustaría que te dieras cuenta de que, cualquiera de las cosas que tu etiquetas como un problema puede que no sea etiquetada de la misma forma por otra persona. Es más pudiera ser que otro observador distinto de ti, fuese capaz de etiquetar como de excelente oportunidad alguna de las cosas que para ti son un terrible problema.

Oh, bueno, es que mi problema es distinto... Mi problema es que me ha tocado vivir con mi madre, la mujer es mayor y empieza a desvariar... Yo no puedo hacer mi vida porqué tengo que cuidar de ella, y además me frustra terriblemente darme cuenta de que no es ni la mitad de lo que había sido, su carácter, su energía,... me cuesta reconocerla,... y encima es el recuerdo presente de un destino que quizás me espere a mi también... y todo ello me llena de tristeza y me pone de mal humor... Eso es un problema. Eso es un problema para cualquier observador.

Pues no,... no para todo el mundo. Quién ya no tiene a su madre para cuidar, anhelaría tal vez el poder seguir teniendo la oportunidad de cuidar de quien una vez le dio la vida... por ejemplo.

Oh, bueno, pero es que mi problema es distinto... Yo he perdido mi trabajo después de dedicar mis mejores años a la empresa... Me han despedido sin indemnización, con un paro ridículo y a una edad en la que difícilmente voy a conseguir un buen puesto... A eso le añado que tengo a mi cargo mis dos hijos y mi pareja... Eso si es un problema para cualquiera.

Pues no,... hay personas que, con tu misma experiencia, son capaces de ver oportunidades de empleo, o de crear un negocio, o de contactar con ciertas personas, o de empezar de cero en algo que siempre han querido hacer,... El límite lo pones tú. Tú eres el autor de tus posibilidades.

Tus "imposibles" hablan de ti, no del mundo.

Así mi invitación, si te apetece, es que pienses para quién tu situación no sería un problema.

¿Qué persona en una situación que tu etiquetas de problema sería capaz de salir adelante y fortalecerse en el proceso?

Es que yo no conozco a nadie... Soy muy cerrado, muy introvertido...

Ya bueno, y a pesar de todo esto, ¿qué podrías hacer para conocer a alguien así?, ¿quién podría ayudarte a contactar con la persona adecuada?, ¿cómo podrías aprender a encontrar ese observador para quién tus problemas no son problemas?

Oh, es que a mi me falta dinero. Con más ingresos no tendría ese problema,... así que cualquier persona con dinero no verá mi situación como un problema...

Pero no te estoy diciendo eso... Estoy expresando mi creencia sobre la posibilidad de que otra persona EN TU MISMA SITUACIÓN, no viva su experiencia como un problema.

¿Para quién tu problema no es un problema? Piensa, piensa,... y actúa. Pregunta, averigua, oriéntate a la solución, escucha, cambia de sendero, retrocede,...

Tu forma de observar el mundo es aprendida, y puedes modificarla para que te aporte lo que necesitas en este momento.

Un saludo,

vC

domingo, 5 de septiembre de 2010

La necesidad de reinventarse

Hacer planes implica una proyección en el tiempo: uno imagina un futuro y ahí ejerce la planificación.

Imagino que esta capacidad tan humana de jugar con un tiempo futuro imaginado, el futuro siempre es imaginado, y rememorar un tiempo pasado imaginado, el pasado siempre es imaginado (*) nos ha ayudado, como especie, a superar muchas dificultades, y ha mejorado nuestra capacidad de supervivencia.

Me cuesta poco imaginar que, de la mano de esta tremenda capacidad de proyección, algunas personas se ven abocadas a luchar con problemas que jamás existirán, anticipando preocupaciones sobre situaciones que podrían llegar a suceder, pero que no sucederán. Escenarios que se mezclan con aquellos en los que uno sí jugará un papel importante, y en los que la anticipación, con toda su capacidad preventiva, será determinante.

También la imaginación nos permite fantasear con ciertos resultados queridos y puede ayudarnos a mantenernos motivados: Si voy a hacer dieta durante un tiempo y tengo una vívida imagen de cómo me veré cuando termine y de cómo me sentiré, probablemente me sea más fácil aguantar las privaciones,... Si lo que quiero es mejorar mi situación financiera reduciendo los gastos durante cierto tiempo y de esa manera conseguir eliminar ciertas deudas, mi capacidad de percibir en detalle cómo será mi vida sin esa carga financiera, y cómo me sentiré una vez haya logrado mi objetivo, me ayudará a aguantar la privación.... Si soy emprendedor y he sido capaz de visualizar el éxito de mi proyecto, contaré con el combustible motivacional para soportar las largas jornadas de trabajo y la falta de resultados a corto plazo,...

Algunas veces la vida trunca la posibilidad de llegar a esos escenarios futuros,... la pareja con la que esperabas compartir ese futuro te deja, o no te conceden la subvención con la que contabas, o un accidente de tráfico limita tu movilidad, o lo que fuere.

La vida es dinámica e imprevisible, por más que los humanos nos empeñemos en preverla.

La pregunta es ¿qué haces cuando la vida te saca el camino? Muchas personas pasan por una etapa de negación, en la que no aceptan los hechos. Ese intento de negar lo que es, les produce un dolor innecesario pero muy humano.

Desde mi punto de vista la velocidad con la que una persona reconoce los hechos tal como son, correlaciona con su capacidad de poder seguir adelante con el menor de los sufrimientos posibles.

Luego de esa etapa de negación algunas personas son capaces de llegar a la aceptación de la nueva realidad. Un paso obligado para poder seguir adelante. Esta aceptación es una condición necesaria para dejar de luchar por cambiar lo incambiable ,y centrar la energía en reinventarse, es decir, en imaginar otro escenario futuro atractivo y seductor, con una carga motivacional como mínimo comparable con la del sueño que la vida nos ha roto.

Si somos capaces aceptar con rapidez los cambios que la vida nos plantea, y nos damos la oportunidad de reinventarnos, estaremos en disposición de volver a recuperar la motivación y las ganas de seguir luchando.

Si por el contrario nos mantenemos aferrados a defender lo que jamás volverá a ser, nos condenaremos a perpetuar un sufrimiento y un dolor prescindibles.

vC

(*) El pasado siempre es imaginado porqué somos nosotros los autores de lo que llamamos pasado, y lo que recreamos en nuestra cabeza no es más que nuestra forma de reconstruir algo que quizás tenga cierto parecido con lo que creemos que hemos vivido, pero que en ningún caso es lo que hemos vivido.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Cuestión de R

El concepto debería de estar muy claro: la R marca a diferencia.

¿Qué cantidad esperas obtener por cada dólar que arriesgas?

Si esperas una ganancia igual a la cantidad que arriesgas, entonces estás utilizando un sistema R1.
Si esperas ganar el doble de lo que arriesgas, tu sistema es R2, si esperas ganar el triple es R3, y de ahí en adelante.

Imagina que inviertes en la Bolsa utilizando una moneda: si sale cara compras y si sale cruz vendes.

El mercado puede subir o bajar, y tienes un 50% de posibilidades de acertar y un 50% perder. Si utilizas un sistema R1, no harás un buen negocio porqué ganarás la mitad de las operaciones y perderás la otra mitad. "Las gallinas que entran por las que van saliendo" que dice Mota.

Pero ¿qué pasará si utilizas una moneda y un sistema R2? Con ese sistema te estás posicionando para un beneficio dos veces el riesgo (la R es por Riesgo, y 2 indica la cantidad de veces que esperas ganar el riesgo).

Imagina que tu sistema indica que el riesgo que asumirás será de 200$ y al ser R2, tu beneficio esperado será de 400$. Eso significa que cada operación ganadora será el doble que cada operación perdedora.

Hemos dicho que elegías las operaciones con una moneda y sabes que tienes una probabilidad de un 50% de acertar y de un 50% de perder, así que si haces 10 operaciones esperas tener 5 ganadoras y 5 perdedoras.

Si en cada operación perdedoras lo es por 200$ y cada operación ganadora lo es por 400$ los números quedan así:

5 operaciones perdedoras = - 200 x 5 = - 1.000
5 operaciones ganadoras = 400 x 5 = 2.000

2.000 menos 1.000 ponen 1.000 en tu cuenta.

Este es el poder de R.

Eso es posible con un sistema en el que ganes un 50% de las veces,... pero ¿qué pasará si ganas un 60% de las veces?

4 operaciones perdedoras = -200 x 4 = -800
6 operaciones ganadoras = 400 x 6 = 2.400

2.400 menos 800 ponen 1.600 en tu cuenta.

¿Qué pasará si consigues un sistema R3 en el que ganes 600$ por cada 200$ que arriesgues, y en el que entres utilizando una moneda?

5 operaciones perdedoras = -200 x 5 = -1.000
5 operaciones ganadoras = 600 x 5 = 3.000

3.000 menos 1.000 ponen 2.000 en tu cuenta.

Otra lectura muy interesante de una R>1, por ejemplo una R3, es que con una operación ganadora podrás reparar las pérdidas de tres operaciones perdedoras así que no es necesario que ganes ni la mitad de las veces para seguir haciendo dinero.

Luego hay dos ideas que quieres tener muy en cuenta cuando operes en la Bolsa: qué R tiene tu sistema y cuantas operaciones ganarás de cada 10 que hagas (quizás de cada 100 que hagas, para que tenga valor estadístico).

Si puedes tener una R2 o una R3 y conjugarlo con una probabilidad de ganar superior al 60% estarás en disposición de ganar mucho dinero.

vC