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Son muchas las personas que, de un modo u otro quieren introducir cambios en sus vidas: la forma como llevan sus relaciones con los demás, sus carreras profesionales, el manejo de su dinero, temas de salud o su aspecto físico, sus emociones, sus negocios, o temas más espirituales, de desarrollo, de crecimiento personal.
A su disposición hay un gran abanico de posibilidades, de técnicas y de herramientas que van desde los libros de autoayuda, hasta los retiros de fin de semana, pasando por todos los seminarios de desarrollo personal.
El problema es que al final los resultados no llegan, o no son consistentes, y la sensación de necesitar "algún cambio más", sigue presente en sus vidas. Por delante quedan muchas alternativas: otras terapias, otros grupos de apoyo, otros libros, revistas y seminarios... pero por más diligente que uno sea, por más que se esfuerce y dedique tiempo, por más que haga los ejercicios y las prácticas, la sensación de insatisfacción permanece. Es como si siguieran habiendo ciertos aspectos de sus vidas que necesitasen cambiar.
Algunas veces logran cierto éxito pero solamente de forma parcial, o a coste de generar un agravio en otra área, o de una forma tal que los cambios no son sostenibles en el tiempo.
¿Has visto alguna vez una carrera de galgos? No importa lo que corran los perros, ni lo que se esfuercen, ni que lo den todo, porque jamás lograrán su objetivo.
Hay mucha gente que quiere esos cambios en sus vidas, pero no los consiguen jamás. Por más que le dediquen tiempo, que hagan su parte, que inviertan dinero y se esfuercen, no lo lograrán nunca. Y por otro lado se parecen tanto a esos galgos persiguiendo el señuelo: necesitan esos cambios, los quieren, los desean, los anhelan... Sus vidas serían tan distintas...
Mientras siguen en esas carreras, se alejan de descubrir quiénes son realmente, porqué están aquí, cómo vivir una vida que realmente merezca la pena ser vivida...
Y atención porque los señuelos son muy bonitos y adoptan muchas formas distintas.
Por un lado están los que tiene que ver con nuestras carreras: con cambios en la empresa, nuevos cargos, nuevos jefes, nuevas responsabilidades. Luego tenemos los señuelos de nuestro aspecto físico y de nuestra imagen: perder peso, unos bíceps más grandes, una cintura más estrecha. También están los señuelos en los que nos relacionamos con los demás, con nuestras parejas, nuestras amistades, nuestra familia, las personas con las que interactuamos, los compañeros de trabajo. Luego están los que tienen que ver con el dinero: cómo ganar más, cómo tener una mejor jubilación, mayores ahorros, cómo proteger lo que tenemos... Y están también los señuelos espirituales: conseguir la iluminación, expandir nuestra conciencia y demás...
Así que hay mucha gente corriendo tras esos señuelos y algunos de ellos corriendo mucho, dedicándose a fondo, persiguiendo sus metas como si fueran verdaderos galgos, entregándose con cuerpo y alma... Como si creyeran que solamente con tener X serían felices.
Solamente con:
- un poco más de dinero...
- un coche más bonito...
- unos quilos de menos...
- una casa más grande...
- una persona que me quisiera como soy...
- un jefe más comprensivo...
- esos zapatos tan bonitos...
- hacer ese viaje...
- (pon aquí tu señuelo)
Con eso serían verdaderamente felices. Tan dichosos, tan realizados, tan completos... Con solamente conseguir eso que tanto desean... Claro que en el fondo saben que hay algo que falla en ese cuento... lo saben porque conocen muchos casos de gente que lo tiene todo: la mansión, el deportivo, la modelo, veinte años menos, un cuerpo perfecto, más dinero del que pueden gastar, unos hijos encantadores, un trabajo envidiable, fama, fortuna, reconocimiento... y a pesar de ello no son felices, sus vidas están destrozadas por las drogas, se quieren suicidar o se suicidan de hecho, no consiguen mantener una relación estable... Pero nosotros no, claro... a nosotros no nos pasaría lo mismo que a esas personas. Si nosotros tuviéramos lo que ellas tiene, seríamos felices. Los demás no lo son, pero nosotros sí, somos tan distintos, tan diferentes...
El problema está en que el galgo no puede alcanzar nunca el señuelo porque el juego está diseñado así. El juego en el que estás tú es igual que una carrera de galgos. No importa que en vez de una liebre mecánica tu persigas la iluminación, o tener una relación mejor con los demás, o lograr el éxito en los negocio... todo eso son señuelos que te mantienen enfocado en la dirección equivocada.
Ganar ese juego no consiste en correr más rápido, sino en dejar de participar. Solamente podrás salir vencedor cuando reconozcas lo que estás haciendo, y veas lo falso como falso.
vC