viernes, 30 de julio de 2010

Nadie puede rechazarte

Ayer escuchaba en la radio una tertulia entre varios psicólogos alrededor de un tema: el rechazo de los demás y cómo afrontarlo.

Una radio oyente hizo llegar su caso particular: Un antiguo jefe la había rechazado hacía meses y ella seguía atemorizada por si algún día se lo encontraba por la calle.

Últimamente me siento muy crítico con la mayoría de psicólogos a los que escucho o leo,... quizás es casualidad pero buena parte de las ideas que comparten no me convencen en absoluto.

En este tema en concreto daban diferentes puntos de vista y así, mientras uno aconsejaba a la radio oyente que denunciara a su ex-jefe por acoso y mobbing, otra le aconsejaba que mejorarse su auto estima, y una tercera proponía una posible psicopatología para explicar la "desmesurada reacción".

Mientras tanto el problema permanecía.

Nadie puede rechazarte. ¿Qué tal si entiendes esto? Nadie en el mundo, jamás, podrá hacerlo,... porqué ¿cómo va a rechazar lo que tu eres, tu esencia, tu ser? Para poder hacerlo debería conocerte a ti y a tu potencial ilimitado de expresión... y ni tú mismo conoces más que una pequeña parte de quién eres...

Lo que los demás pueden hacer es rechazar la idea que tienen de ti, la imagen que han construido,... pero tú no eres esa imagen ¿o acaso eres una construcción hecha por terceros?

Los demás difícilmente se relacionan con uno,... lo hacen con la imagen que tienen de uno...

Mi pregunta para ti es ¿dónde vive esa imagen?

La imagen que otra persona tiene de ti evidentemente no vive en ti, sino en el otro. Tú, para otra persona eres una construcción que ella ha elaborado, que ella revive, que alimenta... y dicha construcción, dicha imagen le pertenece, es de ella.

Alguien puede manifestar el rechazo de la imagen que tiene de ti... pero esa imagen forma parte de esa persona, no de ti ¿lo ves?

No compres esa basura, ni entregues el poder que te pertenece. Deja, si a caso, que los demás hagan lo que crean conveniente, al fin y al cabo están en su derecho.

Tú, por tu parte, sigue tu camino.

14 comentarios:

Ana Belén Bretón dijo...

Nunca lo había pensado así.
Tiene una lógica aplastante.

Cuando iba terminando de leerte, en mi mente iba saliendo una pregunta. ¿Cuantas veces me he rechazado a mi misma?

Ubico dicho rechazo en la misma linea que cuando alguien te rechaza.

No me estoy rechazando a mi misma, estoy rechazando una imagen que yo creo tener de mi y no tiene porque ajustarse a mi verdadero yo.

Ese "yo" que en muchas ocasiones se ha visto disfrazado por situaciones, sentimientos, emociones...

Gracias Vc, siempre me haces pensar.

Un día igual te cuento la diferencia entre la Ana Belén de antes y la Ana Belén de ahora, desde que tu apareciste en mi vida con tus pensamientos, tus afirmaciones...;)

Unknown dijo...

Frente a esta situación como la que expones en tu comentario, hay mil formas de enfrentarse.
Me quedo con la tuya Viçens, porque es la más pura, honrada, sensata y la única que te conecta con la Verdad, para quien quiera oírla.

Es un placer leerte y escucharte.

Un saludo
Ruth

Isabel Blanco dijo...

Personalmente pienso que, la persona que rechaza, lo que realmente hace es negar esa parte que ve en el otro y que no se permite, por considerarla frágil, estúpida etc. Es decir, tiene miedo. Teme ese lado que se ha impedido conocer en él mismo.
Y me vienen dos preguntas : ¿A quién temo, a quién le estoy dando tanto poder? y la otra ¿Cómo puedo rechazar la esencia del otro si es igual a la mía?
Gracias Vicens

Yolanda dijo...

Imposible estar más de acuerdo.
Parece que uno debe cumplir ciertos comportamientos, ciertas normas sociales, cierta imagen para ser socialmente aceptado.
Temor al rechazo.
El precio a pagar es demasiado caro. Con el tiempo te acabas convirtiendo en alguien que quizás, socialmente es muy aceptado, e interiormente muy desgraciado.
Creo que lo que realmente importa es nuestra búsqueda interior, nuestras propias metas, nuestro propio camino, nuestros sueños,...., nosotros....
Si yo ocupo mi tiempo en descubrirme, mejorarme, quererme, aprender....El que otro me rechaze no deja de ser para mí, nada más que su opinión, y como opinión es respetable, pero darle más importancia es darle el poder sobre mí misma.
Si yo me siento rechazada, algo que tengo muy claro, es que el sentimiento es mío y sólo mío.
Me gustaría recomendar el libro "La enfermedad de complacer a los demás". Quizás no sea una enfermedad, pero desde luego es terriblemente contagiosa.
Trabajo mi imagen, y cada uno que se ocupe de la suya. No es egoísmo, es sanidad mental, y eso, al contrario de lo que podamos creer no nos convierte en seres antisociales, sino en seres que nos socializamos sin perder, al mínimo comentario, nuestra propia esencia.

Elena Delucca dijo...

Me has emocionado, Vicens...porque además estaba a punto de escribir un artículo en mi blog de la historia masculina y de los desafíos que constantemente ha portado el hombre en las antiguas civilizaciones y en las actuales...tu artículo me ha confirmado muchas cosas. Que la mujer puede y debe aprender de hombres sabios, respetuosos e íntegros como tú y tantos otros que aportan tanta luz a este cambio de consciencia planetaria. Gracias por el artículo...me ha gustado mucho. Salu2.

technobroken dijo...

Yo analicé esta situación hará ya unos cuantos años. Creaba una imagen en mi cabeza en donde yo podía ver la tierra desde el espacio y me imaginaba a cada una de las personas como hormigas habitando en la tierra. Nadie podía salir de la tierra y por tanto tenían que buscar su propio sitio y defenderlo para sobrevivir.

Cuando uno mismo razona que ha de hacerse hueco entre todas las personas está diciendo que uno mismo tiene el mismo derecho que las demás a estar aquí y a tener un lugar pero ese lugar hay que defenderlo porque habrá gente que intente invadirlo.

El ver así las cosas fue lo que me dio fuerzas para determinarme a mi mismo como persona única que tenía que hacer me de respetar y no dejar que los demás me invadieran psicológicamente. Tenía que defender mi territorio, es decir, tenía que defender mi propia personalidad.

Amidaweb dijo...

Un aporte genial. Tenéis un diseño web muy interesante.
Enhorabuena por el blog, Un saludo de AMIDAWEB desde
Palma de Mallorca.

http://www.amidaweb.com/

http://www.amidaweb.com/blog/home/

Perikles dijo...

Bravo Vicens, un genial post. Tu imagen a mi vista sigue mejorando. jaja

Cintia Desire dijo...

Me encanta!!
Nunca se plantea el rechado, desde este punto de vista!

jdelasmuelas dijo...

Quizá es que intentamos analizar tanto, etiquetamos tanto que no reaccionamos ante los problemas que nos vayan surgiendo.

Siempre intentamos buscar al "culpable" antes de buscar la solución. Puede que si invertimos el orden (buscando antes la solución) al final no creo que nos importe el culpable.

El rechazo de cualquiera puede afectar a la autoestima sólo si dejamos que nos afecte, si le damos importancia. Nadie importa tanto como nosotros mismos y la gente que queremos.

Núria dijo...

“Nadie puede rechazarte.”
Sí que pueden…, a medias. Tal y como Vicens expresa, éste es un rechazo a una imagen, a una construcción psicológica que nosotros mismos creamos de todo y de todos; éste es el mundo social, una realidad particular y única, la nuestra (que en determinados aspectos la podamos compartir con otras personas eso ya es otro tema de discusión). Sin embargo, en la construcción de la imagen, no sólo interviene aquel que construye, pues alguna responsabilidad tendrá la persona “imaginada”. Visualicemos, por ejemplo, diez pintores trabajando sobre un/a mismo/a modelo, exactamente el/la mismo/a. Seguramente, cada uno de los resultados será diferente del otro, aunque tan sólo sea por la perspectiva y la posición tomadas por los pintores durante el trabajo. A pesar de ello, existirán aspectos comunes que se desprenden del propio modelo o de la modelo (el sexo, el tono de cabello, el color de ojos…). Todos pueden coincidir en que el color de ojos del/la modelo es el verde, pero ¿habrán escogido todos el mismo tono de verde?
Todo ello forma parte de un proceso que se retroalimenta constantemente formado por inputs, outputs y una elaboración constructiva positiva o negativa.
Trasladando el símil al plano psicológico, lo que vengo a decir es que también nosotros colaboramos, consciente o inconscientemente, en la imagen que el otro se crea. Cada uno de nosotros lanza billones de outputs (la mayoría de ellos sin darnos cuenta) que los otros reciben (inputs), también conscientes o no de hacerlo, pero ahí están. Cuando alguien me rechaza por X razón, lo importante no es hasta qué punto me rechaza, sino en qué medida YO me siento rechazado. Una vez he asumido que me siento rechazado (con todos los sentimientos que ello implica), puedo intentar analizar qué parte de responsabilidad puedo haber tenido en todo el proceso, porque una parte seguro que es mía (aunque sea no haber tomado la decisión de largarme cuando tocaba y antes de que el otro me rechazara). A este proceso se le llama “darse cuenta”. ¡Es muy interesante y constructivo realizar el esfuerzo!
A partir de aquí, podemos tomar verdadera responsabilidad de nuestras acciones y haciéndolo, seguramente también nos sentiremos cada vez más libres, porque así disfrutaremos de nuestro poder de decisión y de acción sobre nosotros mismos. Para mí, la pregunta clave es: ¿qué puedo hacer YO para solucionar(me)/aliviar(me)/ayudar(me)…? Irán apareciendo muchas respuestas, algunas tan simples y obvias que ni tan siquiera hubiéramos reparado antes en ellas, otras más complejas y elaboradas; siempre hay respuestas.

Ana Belén Bretón dijo...

Nuria,

Te he leido con muchísima atención y ha sido muy interesante tu exposición sobre el rechazo.

No obstante, tengo que discrepar contigo en un punto.

Pongamos como ejemplo el mismo que tu has puesto de los pintores y la modelo.

Ella tiene los ojos verdes y cada uno de los pintores ve ese verde pero lo calca en su lienzo de un verde que no es el real.
La modelo puede sentirse rechazada porque no han puesto su verdadero color de ojos.

Ahora pongo un ejemplo más real.

A mi, una persona me rechaza, porque según su opinión yo soy prepotente.
Me pregunto a mi misma: ¿Realmente soy prepotente? y yo misma me respondo que no, que no lo soy.

Por el motivo que sea, esa persona ha cogido una parte de mi y la ha trasladado a la prepotencia, una parte de la personalidad que no la ubico en mi misma.

Por lo tanto, ese rechazo no me afecta para nada.
No tengo que solucionar nada en mi do de ser/actuar.

Si 10 personas opinaran lo mismo, sería un tema distinto y tendría que pararme y analizarme detenidamente.

Pero mientras tan solo ese rechazo venga de solo una persona...Nada tengo que pensar, ni nada tengo que analizar.

Un saludo.

AB.

Núria dijo...

Ana Belén,

Antes que nada, advertir que tu respuesta no me parece tanto una discrepancia, sino un matiz que aporta más concreción y riqueza.

Yo sólo añadiría respecto al ejemplo que planteas de la prepotencia, que para mí la pregunta es: ¿qué creo/siento/percibo que he podido hacer/decir yo para que esa/s persona/s piense/n así de mí?
En el caso de que me interese averiguarlo porque también puede ser que la relación que me una a esa persona puede no ser lo suficientemente importante para mí como para que yo me disponga (o no) a hacer ningún esfuerzo analítico.
El verbo "ser" me suena demasiado absoluto y precisamente aquí tratamos de relatividad.

Tal y como tú dices, si sólo es una persona quien lo manifiesta, bueno... nos puede dar más o menos igual (eso ya va según nuestra sensibilidad y tolerancia a la frustración y/o al rechazo).
De hecho hay un proverbio árabe que dice: "Si un hombre te dice que te pareces a un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate a un espejo".

¡Un saludo!

Pequeña saltamontes dijo...

Que razón que tienes Vicens. Y es que la idea que tienen los demás de ti es eso, una idea. Somos mucho más que una idea, una imagen, y en ocasiones nos vamos dejando llevar por lo que los demás nos hacen creer, y te vas convirtiendo en lo que ellos quieren ver y no en lo que realmente tu eres. Menos mal que siempre estamos a tiempo de decir basta y seguir dirigiendo nosotros nuestra vida y no dejarnos llevar por los demás.