
Ayer fui a una mesa redonda que organizaron en Barcelona en la librería Excellence, en Balmes, donde suelen traer ponentes para debatir temas de actualidad.
Asistí entre otras cosas porque el tema me parecía muy interesante: íbamos a hablar de la felicidad.
Los ponentes nos dieron a conocer sus opiniones y quién más quién menos tenía su propio punto de vista. Lamentablemente no puede quedarme hasta el final porque tenía un compromiso, pero hay una cosa que me parece muy relevante cuando hablamos de la felicidad.
No tuve ocasión de compartirla con los asistentes, aunque lo hubiera hecho encantado, así que la compartiré contigo.
Una de las formas más habituales que tenemos las personas de pensar, es utilizando el lenguaje. Es el llamado pensamiento digital. Esta capacidad es asombrosa y nos permite grandes proezas, pero tiene asociado un precio que sería interesante que tuviéramos presente: las trampas del lenguaje.
Hay muchas, y te recomiendo que estudies el libro "La Estructura de la magia" si quieres profundizar en este tema, pero la idea básica es sencilla: Si utilizas el lenguaje para estructurar el mundo y resulta que cometes un error "gramatical" en la forma como ejecutas este proceso, tu mundo puede quedar empobrecido y tus posibilidades de actuación mermadas.
Un ejemplo claro lo encontramos en el debate de ayer que, durante un buen rato, fue: ¿Qué es la felicidad?. Esto es un trampa. Una trampa lingüística. Verás porque.
"La felicidad" no es una "cosa", pero en esta frase la estamos considerando una "cosa". Técnicamente a este error del lenguaje lo llamamos "nominalización" y consiste en transformar un proceso en una cosa.
Ser feliz es un proceso, algo que sucede, la felicidad es una nominalización de ese proceso. Nuestra mente, a través del lenguaje, transforma algo que acontece en el tiempo, algo que es un proceso, en un nombre, en una cosa... pero esa cosa no existe como tal más allá de nuestra representación lingüística.
No encontrarás respuesta a "qué es la felicidad" por este camino dado que, de entrada, estás planteando mal la pregunta.
Sería mucho más útil que dijeras: ¿Qué es ser feliz?, o ¿en qué consiste ser feliz?, o ¿a quién podemos considerar como a una persona feliz?.
Cometemos el mismo tipo de error si decimos: la tristeza, el despido, o la depresión. Nominalizamos un proceso.
Estar triste, que te despidan, o estar deprimido son procesos. Al transformarlos en nombres nos atrapamos de manera innecesaria. ¿Puedes poner "la felicidad", "la tristeza", "el despido", o "la depresión" en tu bolsillo? No, no puedes. Entonces estás nominalizando.
Si inviertes el proceso y dejas de referirte a estos procesos como si se tratase de cosas, verás que automáticamente te abres a más opciones de actuación.
Quería compartir esta distinción que considero importante.
vC