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viernes, 15 de julio de 2011

La felicidad es una nominalización


Ayer fui a una mesa redonda que organizaron en Barcelona en la librería Excellence, en Balmes, donde suelen traer ponentes para debatir temas de actualidad.

Asistí entre otras cosas porque el tema me parecía muy interesante: íbamos a hablar de la felicidad.

Los ponentes nos dieron a conocer sus opiniones y quién más quién menos tenía su propio punto de vista. Lamentablemente no puede quedarme hasta el final porque tenía un compromiso, pero hay una cosa que me parece muy relevante cuando hablamos de la felicidad.

No tuve ocasión de compartirla con los asistentes, aunque lo hubiera hecho encantado, así que la compartiré contigo.

Una de las formas más habituales que tenemos las personas de pensar, es utilizando el lenguaje. Es el llamado pensamiento digital. Esta capacidad es asombrosa y nos permite grandes proezas, pero tiene asociado un precio que sería interesante que tuviéramos presente: las trampas del lenguaje.

Hay muchas, y te recomiendo que estudies el libro "La Estructura de la magia" si quieres profundizar en este tema, pero la idea básica es sencilla: Si utilizas el lenguaje para estructurar el mundo y resulta que cometes un error "gramatical" en la forma como ejecutas este proceso, tu mundo puede quedar empobrecido y tus posibilidades de actuación mermadas.

Un ejemplo claro lo encontramos en el debate de ayer que, durante un buen rato, fue: ¿Qué es la felicidad?. Esto es un trampa. Una trampa lingüística. Verás porque.

"La felicidad" no es una "cosa", pero en esta frase la estamos considerando una "cosa". Técnicamente a este error del lenguaje lo llamamos "nominalización" y consiste en transformar un proceso en una cosa.

Ser feliz es un proceso, algo que sucede, la felicidad es una nominalización de ese proceso. Nuestra mente, a través del lenguaje, transforma algo que acontece en el tiempo, algo que es un proceso, en un nombre, en una cosa... pero esa cosa no existe como tal más allá de nuestra representación lingüística.

No encontrarás respuesta a "qué es la felicidad" por este camino dado que, de entrada, estás planteando mal la pregunta.

Sería mucho más útil que dijeras: ¿Qué es ser feliz?, o ¿en qué consiste ser feliz?, o ¿a quién podemos considerar como a una persona feliz?.

Cometemos el mismo tipo de error si decimos: la tristeza, el despido, o la depresión. Nominalizamos un proceso.

Estar triste, que te despidan, o estar deprimido son procesos. Al transformarlos en nombres nos atrapamos de manera innecesaria. ¿Puedes poner "la felicidad", "la tristeza", "el despido", o "la depresión" en tu bolsillo? No, no puedes. Entonces estás nominalizando.

Si inviertes el proceso y dejas de referirte a estos procesos como si se tratase de cosas, verás que automáticamente te abres a más opciones de actuación.

Quería compartir esta distinción que considero importante.

vC

miércoles, 20 de abril de 2011

28 facilitadores de tu felicidad

Se ha escrito mucho sobre la felicidad, y no todo lo han escrito personas felices.

¿Te interesa saber lo que opina un científico infeliz sobre los elementos que hacen a las personas más felices? A mi no especialmente...

En cambio me gusta conocer las opiniones de personas que, sin más pretensión, comparten algunas ideas que a ellas les funcionan.

He aquí 28 sugerencias que quizás puedas adoptar:
  1. Vive dentro de tus posibilidades y no estires más "la mano que la manga".
  2. Devuelve todo lo que pidas prestado.
  3. Da sangre.
  4. Deja de culpar a los demás.
  5. Cuando cometas un error, admítelo.
  6. Da a caridad toda la ropa que no te hayas puesto en los últimos tres años.
  7. Haz alguna cosa buena todos los días sin que te pillen.
  8. Escucha más, habla menos.
  9. Da un paseo de 30' todos los días por tu vecindario.
  10. Sáltate dos comidas a la semana y da ese dinero a quién lo necesite.
  11. Desea la excelencia, no la perfección.
  12. Se puntual.
  13. No pongas excusas.
  14. No discutas.
  15. Organízate.
  16. Se amable con la gente amable.
  17. Se más amable aún con la gente que no es amable.
  18. Deja que alguien pase delante tuyo en la cola.
  19. Tómate tiempo para estar a solas.
  20. Lee de nuevo un buen libro.
  21. Cultiva los buenos modales.
  22. Se humilde.
  23. Comprende y acepta que la vida no es siempre justa.
  24. Aprende cuando hay que hablar
  25. Aprende cuando hay que estar callado
  26. No critiques a nadie durante 24 horas
  27. Aprende del pasado, planea tu futuro, y vive en el presente.
  28. No te preocupes por pequeñeces.
Fuente: "The Simple Living Guide", Janet Luhrs

domingo, 22 de marzo de 2009

Palabras sabias

El otro día apareció una entrevista de Víctor-M. Amela en la contra de La Vanguardia que me estremeció de arriba a abajo. Era el testimónio de Albert Casals, un chaval de 18 años que habla con mucha lucidez sobre lo que es importante en la vida.

No puedo menos que transcribir la entrevista con el ánimo de que te dejes empapar de sus ideas:

¿Desde cuándo vas en silla de ruedas?
Desde los ocho años. Tuve mononucleosis y leucemia: o me trataban a saco, con riesgo de provocarme alguna discapacidad, o me moría.

Y fueron a saco.
Sí. ¡Y el resultado ha sido perfecto!

¿No te importa la silla de ruedas?
Si hubiese querido ser futbolista… ¡Pero no hay nada que yo no pueda hacer en mi silla!

¿No?

Subo, bajo, entro, salgo, he atravesado selvas y playas, he viajado por Francia, Italia, Grecia, Alemania, Escocia, Tailandia, Malasia, Singapur… Acabo de regresar de un viaje de seis meses por toda Sudamérica

¿Con quién viajas?
Me gusta viajar solo.

¿En silla de ruedas… ¡y solo!?
La silla es más ventaja que inconveniente: la gente te pregunta qué te pasa, de dónde vienes…, y así haces un montón de amigos.

¿Desde cuándo viajas así?
A los catorce años les dije a mis padres que me iba. Fue muy duro para ellos permitir mi felicidad. Pusieron una condición: el primer viaje lo haría acompañado por mi padre. Fuimos a Bruselas y aprendí cosas útiles para viajar. Y, a partir de los quince años, ya he hecho todos esos viajes yo solo.

¿Y qué dicen hoy tus padres?
Sufren un poco, pero están contentos viéndome contento. Agradezco que se hayan esforzado tanto en no ayudarme, en no decirme: “Esto no puedes hacerlo porque vas en silla de ruedas”. Ellos facilitan mi felicidad.

¿Eres feliz, pues?
Plenamente, pues no hago nada que no quiera hacer en cada momento. Ahora me apetece hablar contigo, y si no, no estaría aquí.

¿Con qué dinero viajas?
Con tres euros al día.

No es posible.
Hace seis meses salí de casa con 20 euros para irme a Sudamérica, ¡y he vuelto con 20 euros en el bolsillo!

Pero… ¿y dónde duermes, y cómo comes y… cómo lo haces?
¿Por qué nos complicamos tanto la vida? Siempre hay dónde dormir, siempre hay algo que comer. Conoces a gente, y todo fluye. ¡Qué sencillo es el mundo! Lo he entendido viajando. Bastan cuatro cosas: dormir, comer, ducharse y hacer amigos.

Dicho así, sí parece fácil.
Claro. ¿Qué impide a todos los europeos hacerse vagabundos? Es maravilloso…

¿Qué buscas en tus viajes?
Ver cómo vive la gente, ver cómo son, conocerles, vivir con ellos, ser su amigo.

¿Y qué opinan tus amigos de aquí?
Me entienden, mis amigos son como yo: todos están haciendo lo que desean hacer, aunque a ellos no les apetece viajar.

¿No te da miedo viajar solo?
¿Qué puede pasarme peor que no realizar mis sueños?

Pueden robarte…
Al poco tiempo volveré a tener lo necesario, ¡seguro! Y nunca podrán robarme lo vivido.

… Puedes sufrir un accidente, morir…
Aun así, habría hecho lo que realmente quería, ¡habría sido más feliz que quedándome aquí contra mi deseo!

¿Qué haces al llegar a un sitio nuevo?
Voy a un parque, a una plaza, saco mis naipes… Al cabo de un rato hay niños, ¡y luego medio pueblo está alrededor!

¿Qué te dice la gente nueva con la que te vas encontrando?
Los adultos repiten dos preguntas: “¿De dónde sales?”, “¿Y tus padres?”. Algunos se escandalizaban de mis padres por dejarme solo… Alguna vez la policía me ha detenido por si me había escapado… Un niño solo por el mundo, feliz…, ¿qué tiene de malo?

Hombre…
Ahora, ya con 18 años cumplidos, ¡soy libre!

¿Qué llevas en tu mochila?
Una libreta, algún libro, un boli, una linterna, los naipes para juegos de manos, jabón, cojín, dos pantalones y dos camisetas, calzoncillos, chaqueta, botiquín, la tienda de campaña y el kit de reparación de la silla.

Dime lugares en que hayas dormido.
Playas, vagones de tren, parques, estaciones, coches, campos, comisarías, castillos en ruinas, casas abandonadas, casas de gente, cuevas, mansiones…

¿Cuál ha sido el mejor momento?
Viajar de noche en la caja de un camión en marcha, destapada. Podía sacar la cabeza al viento o acurrucarme. Fue chulísimo.

¿Y tu momento más peligroso?
He estado a punto de palmar volcando en un camión, y atravesando una selva con vampiros, y en una lancha de traficantes de motores entre islas caribeñas, zarandeados por una tormenta con olas de cinco metros: me golpeé, caí al agua inconsciente… y pudieron rescatarme por pelos.

¿Qué planes tienes ahora?
Recorrer toda el Áfricaoriental hasta llegar a Madagascar.

¿Nada te frena?
Cuando haces lo que de verdad quieres, el universo entero conspira a tu favor. Mira alrededor y decide: tú puedes elegir vivir triste o contento. Yo elijo la felicidad. No veo entre nosotros razones para ser infeliz.

¿Y no piensas estudiar, trabajar…?
No, si no me divierte. Me gustaría ser mediador o acoger niños… A veces me dicen: “Si no trabajas, ¡de viejo serás pobre!”. Pero, si llego a viejo, ¡tendré amigos por todo el mundo! ¿Se puede tener más?